Todos los días me levanto pensando que odio el despertador… me ducho, me dirijo al closet y trato de equilibrar, en el menor tiempo posible las variables: estado de ánimo, pronóstico del tiempo y minutos estimados para encontrar alguna prenda específica en el desorden… si a lo anterior le sumamos una leve hinchazón producto del carrete del día anterior, se debe considerar también la variable ”guata”...lo que hace más peluda la tarea de salir medianamente digna a la calle….
Como una loca corro al paradero de micro y de ahí me pierdo en la historia de turno… si hay taco en la mañana, guaguas llorando o los estudiantes están de vacaciones, yo no me entero… con uniforme estoy en la mitad de una guerra, empelota en un departamento sin amoblar, de bolerito en una casa de campo, con cotona en un hospital rural … como sea y vestida en menos de 2 segundos, donde el librillo de turno me quiera llevar.
El otro día llegando a mi casa, en la página 650 de la cochiná, que representa alrededor de 1 mes y medio de viaje en micro… el escritor tiene la brillante idea de matar al protagonista!… a tal ofensa respondí obviamente con ataque de llanto “a lo moco tendido”, en pleno transporte público atestado de gente…. Fue atroz… una señora me preguntó si quería un pañuelo a lo que la miré con cara de: y usted de dónde salió? … y contesté: ya, gracias.
Ayer tipín 9:00 am a la protagonista de turno la invitó a salir un cincuentón pelotudo a quien, sin importar la descripción del escritor, asigné la cara de Marlon Brando… sospecho que fueron los insultos pre cita, los que me dejaron levemente saltona e hicieron que me amurrara irracionalmente, al enterarme que el quiosco que me provee de desayuno había acabado los integrales palta-quesillo, sanguchitos que forman parte esencial de mi alimentación….
Menos mal que no compré “La insoportable levedad del ser”….habría tenido una primavera de lujo …
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