viernes, 18 de enero de 2013

La dimensión desconocida

Lamentablemente el siguiente relato está basado en hechos reales.
Los nombres de los involucrados han sido cambiados para proteger la identidad de las víctimas.

Viernes 3:35 am
Figurábamos en estado deplorable tata colores, gata fiera (alias moni) y yo en el flamante y bien tenido auto del tata, de fondo sonaba la canción de Rocky como símbolo de nuestra primera victoria: salir temprano GPS en mano hacia los libertadores.
La misión, si decidíamos aceptarla, juntarnos con nuestra querida sita trixi en Mendoza, descansar y ver los partidos de la sub20.
Luego de un viaje tedioso en el que el tata preguntó al menos 500 veces si estábamos en la ruta correcta, llegamos a Mendoza.
Debido a confiar a ciegas en el criterio de sita trixi, reservamos habitación en su hotel... un apart hotel de mala muerte en el barrio rojo en el que de entrada nos advirtieron que el tránsito de noche resultaba peligroso, el baño se llovía y el desayuno “continental” consistía en sachets de mermelada, la que se podía untar en el pan duro o en la media luna rancia que te tiraban en la mañana en una bolsa de papel roneo, como si repartieran el diario.
Como llegamos muy temprano insistí en que fuéramos al museo. 
El museo de arte moderno de Mendoza consiste en un galpón empotrado en una plaza en el que de momento se exhibe la obra de un tipo que pinta puros cuerpos humanos con cabezas de perro, un mural sin terminar, y 4 plantas. Después de esto, mis sugerencias culturales fueron permanentemente vetadas por el resto del viaje.

De regreso en el hotel sita moni y yo fuimos a la piscina y el tata haciendo honor a su edad, se pegó una siesta.
Más tarde almorzamos con sita trixi y sus amigos, un montón de gente que trabaja en deportes a la que el tata trató desesperadamente de impresionar durante todo el almuerzo, hablaba fuerte, sudaba y comentaba datos añejos de futbol,  parecía adolescente al lado de Justin Bieber.

De noche fuimos al estadio a ver el partido chile-Bolivia, como jamás había ido al estadio lo primero que hice fue ponerme en la cola de la comía....ya con una hamburguesa atravesada pude disfrutar del espectáculo ayudada por los brillantes comentarios del tata que decía cosas como: “que debe ser triste ser Bolivia, salen últimos siempre” o “sabes por qué el pasto está peinado asi?”..... Como si supiera en primer lugar que el pasto se peina  !!??...  yo me limité a seguir al equipo porque cuando los cambian de lado me pierdo.
En la mitad del partido se puso a llover con granizo, supongo que debimos haberlo tomado como una mala señal pero en lugar de eso pusimos cara de idiotas y agradecimos lo barato que era estar en platea techada en un país en crisis.  
Como el hotelucho en el que alojábamos estaba en la periferia, tuvimos la brillante idea de ir al estadio en auto; finalizando el partido, nos subimos al tata-móvil, cerramos la primera puerta y nos quedamos  pasmados al ver que estallaba el parabrisas trasero.... con la misma cara de idiotas pensamos que había sucumbido a los 2 copos de granizo que habían caído....ERROR

Sábado 9:00 am
Tata, moni y yo nos encontrábamos en la importante misión de reparar el parabrisas del auto... después de 4 horas de preguntar en todas las cristalerías de Mendoza, llegamos al concesionario oficial de la marca sólo para enterarnos que ese modelo de auto aún ni llega a argentina y que no había posibilidad alguna de que el vidrio se rompiera con granizo. Ahí caímos en la cuenta de que además del parabrisas roto, el vehículo ostentaba un lindo rayón nuevo.....
Supongo que meter una patente chilena en el estacionamiento de un campeonato en el que los argentinos no dan una y Chile va puntero no es buena idea.
Derrotados y exhaustos compramos un plástico transparente,  lo llevamos a un taller para que limpiaran los vidrios y le chantarán el plástico en lugar del parabrisas. Con el tata esperamos el auto mientras sita moni se fue a la peluquería alegando lo barato que estaba el brushing.

Para almorzar nos juntamos con sita trixi en el club Mendoza de regata, luego don julio, su chofer personal, nos dio un paseo por el cerro de la gloria y finalmente nos tiró en un mall.
En el mall sita moni le hizo ojitos al chiquillo del mesón de informaciones y el tata por fin compró algo para él.
En la noche salimos con trixi y sus amigos a comer a un lugar donde no vendían nada que no tuviera tocino y/o huevo... FAIL. Los amigos de sita trixi fueron nuevamente víctimas del tata en modalidad groupie; esta vez provisto de cara de pena y datos aún mas añejos de fútbol les daba la lata rogándoles para que lo agregaran a twitter y ojalá lo retwitearan. Sita moni en una actitud más digna se dedicó a contar historias de su familia; yo a los 47 minutos de fútbol dejé de escuchar voces humanas.

Domingo 8:30 am
Con varias horas de sueño al debe nos subimos a la van que nos llevaría a hacer canopy y rafting. Llegamos a un recinto re lindo con todas las comodidades para hacer deportes extremos.
El instructor de canopy nos toma primero al tata y a mi, nos viste con un arnés (el mío quedó mal puesto asi que me veía como guagua pasá) y nos pone en la cuerda del canopy. Sin decir agua va y después de un par de frases que, al parecer eran las instrucciones, se tira y nos deja pasmados al otro lado de la cuerda sin saber qué hacer.
Como el tata está más sordo que yo, se tiró sin escuchar el pito de alerta, esto provocó que la cuerda completa se guateara más de la cuenta soportando el peso del instructor y del tata al mismo tiempo, yo a lo boy scout traté de agarrarme como pude al palo que soportaba la estructura, me veía como gato escapando del agua.
Dado que las explicaciones del instructor eran todas del tipo 2 frases y a la papa, hubo que aprender o echar a perder en el camino, esto provocó que sita moni casi perdiera un dedo en el último circuito. El instructor ofreció curarla pero ella lo rechazó alegando que era abogada y que muy probablemente lo demandaría.

Esperando para hacer rafting nos enteramos de que la van que supuestamente nos llevaría al partido de Chile estaba averiada, pero que de acuerdo a lo que creía la administradora del local (no mecánico), estaría lista a la hora acordada. Dicho esto, entramos en pánico y decidimos tomar el único bus que pasaría hacia Mendoza a las 2:30 pm por la carretera, al lado del cartel de la Difunta Correa. Partimos corriendo a las 2:20, pero lo único que conseguimos fue ver como el maldito bus pasaba sacándonos la lengua. Acalorados y deshidratados decidimos perseverar y hacer dedo para llegar a Mendoza.
Una van de otro rafting nos recogió y su chofer nos dijo que desde ese otro rafting podríamos tomar algo a Mendoza. Cuando llegamos a este segundo rafting creí que  iba a morir de insolación, nadie nos prestaba atención y nos relegaban a un rincón para atender a la manga de gringos con otras necesidades y otro presupuesto que se agolpaba en la ventanilla de atención. Una mujer se acercó, mi teoría es que para sacarnos de ahí y evitar que siguiéramos estropeando la vista; y nos consiguió transporte en una camioneta llena de gringos.
Ya sentados, notamos que esta van pasaría por los mejores hoteles de Mendoza repartiendo gente rubia, de pura vergüenza nos limitamos a dar la dirección de nuestro hotel y a pedir que nos dejaran en “la esquina”.

Llegamos al partido Chile –Colombia a tiempo, y menos mal, porque sin saber mucho de fútbol puedo decir que lo disfruté muchísimo, y eso que los jugadores no eran ni ricos.
En la noche por tercera vez consecutiva intentamos ir a bailar sólo para terminar en un barcillo de poca monta amarrados a una botella de champaña... en algún momento de la noche grité eufórica que deberíamos tener una foto tipo Abbey Road de los Beatles!!!..... Lo que me pregunto hasta el día de hoy es por qué el resto, que estaba visiblemente más sobrio que yo, encontró que sacarse una foto cruzando una calle por la que pasaban autos en un país extranjero era una excelente idea.
Luego de varios bocinazos sobre todo de parte de taxistas enfurecidos, terminamos la mejor foto del año. (Deberia ganar el WorldPress Photo)..... 
Esa noche soñé que era directora de un musical en el que algunos flamencos se negaban a recibir órdenes. 

Lunes 10:00 am
Luego de empacar y despedirnos del mini fin de semana largo partimos rumbo a Chile  En la ruta hacia el paso tuvimos que interrumpir el cuestionario de la revista cosmopolitan, al enfrentarnos a una cola interminable de autos...... luego nos enteraríamos que hubo un derrumbe en el paso los libertadores.
Nuevamente la información obtenida de los argentinos nos aseguraba que el arreglo seria rápido, o con la rapidez de empleado público argentino. A esas alturas y con ataque de histeria empezamos a buscar alternativas, la más segura era pasar por el paso pehuenche que une Argentina a Talca... 
A Talca los pasajes.
Después de  10 horas de manejo ininterrumpido del tata, decidió que ya era hora que manejara su maltrecho auto, cosa que hice sin chistar porque la cochiná tiene velocidad de crucero y un pito que te ayuda a estacionar.
Tomé el volante mientras el tata reprimía sin éxito su cara de terror.  En el camino confundí una planicie con el mar, y me puse a chillar que íbamos mal porque habíamos llegado a la costa, luego quise seguir a un auto del Dakar con la ilusión de ver a Chaleco López , pero el tata señaló que esa mierda de auto pintado con calcomanías no participaba en el Dakar y que hiciera el favor de dejar de jugar con la velocidad de crucero.
A las 6 de la tarde llegamos a Malargue, el pueblo más cercano al paso pehuenche;  dado que ya a esa hora no íbamos a poder cruzar a Chile  buscamos hotel, llegamos al flamante hotel Bambi, un sucucho que hace honor a su nombre: es hediondo, peludo y está lleno de bichos. Como era temprano salimos a dar una vuelta a Malargue, y oh sorpresa, hasta en ese pueblo una mujer puede comprar ropa!! eso alivió un poco nuestra angustia, el tata pareció tranquilizarse luego de zamparse una hamburguesa, un helado y un trozo de pizza.

Martes 5:00 am
El tiempo pasa distinto, me cuesta diferenciar un día de otro, me siento como en el desierto, siento que la vida me pasa dentro de un auto, la moni tiene en el asiento de atrás una especie de campamento, el tata cada día habla y gruñe menos, creo que su espalda se está pegando al asiento pero no se lo digo para que no se alarme.
Nuestra dieta de las últimas 72 horas ha consistido en pan, galletas y sachets de manjar sustraídos de los hoteles, el tata tiene una provisión propia de bebidas y  galletones, creo que se ha vuelto desconfiado,  en cualquier momento nos expulsará del auto alegando que estamos conspirando para embalarlo y enviarlo a Abu Dhabi.
Llegamos a la aduana argentina (canción de Rocky de fondo) y no lo podemos creer, nuestros ojos se llenan de lágrimas, hacemos el papeleo y nos alistamos para seguir el camino hasta la aduana chilena, que queda a 100 km de ahí por un camino pedregoso en el que transitan manadas de cabritos. Decidimos ir al baño; para ir al baño en la aduana argentina hay que cruzar una gincana que consiste en pasar punta y codo, saltar vallas y cruzar un riachuelo. Ya en el baño es difícil contener el terror al enfrentarse a un hoyo en el suelo .... mi primera reacción fue preguntarme por qué habrían dinamitado la taza, la segunda fue hacer flexiones de piernas siguiendo las enseñanzas de sita moni que es una experta en mecánica de fluidos y resistencia de materiales.
Ya en Chile anhelando un plato de comida casero (tipo picada de camionero) no hayamos nada mejor que pasar a un local en el que la especialidad era sándwich, o sándwich al plato ... en ese momento entendí que el mundo usa toda su creatividad para reírse de nosotros.

Cuando llegué a mi casa, tiré todo al suelo, hice un par de llamadas y por fin entendí que para ir a la dimensión desconocida no tienes que prender la televisión, simplemente tienes que cruzar la cordillera.